miércoles, 21 de febrero de 2007

MERCADERES DE ATRIOS

MERCADERES DE ATRIOS
“y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados”. (Jn 2:14)
Los miembros de nuestro cuerpo son aquellas partes integrantes de él, que nos sirven para realizar diversas acciones. En nosotros nuestros miembros (huesos, pies, manos, cabeza, lomos, lengua, nariz, ojos, rostro, barba, y otros), pueden constituirse en instrumentos de la justicia de Dios o instrumentos de iniquidad (Rm 6:13-14).
La ley que opera en nuestros miembros no es la Ley Mosaica, es una fuerza capaz de esclavizar, es un agente de posesión que usa espíritus del mal como vehículos para lograr sus acciones. Como consecuencia de la debilidad de la carne, nuestros miembros pueden ser esclavizados por la impureza y la iniquidad (Rm 6:19), espíritus de pecado que se posesionan en cada miembro en especial, Ej: ojos (adulterio 2Pe 2:14-), manos (robo), boca (murmuración, blasfemia), cabeza (pensamientos), corazón (altivez), lomos (fornicación), etc.. Y si son esclavizados indica que prácticamente perdemos el control de ellos. De allí que internamente el cristiano tenga una lucha que nos lleva a ansiar ser liberados del cuerpo mortal (Rm 7:23,24).
Nuestros cuerpos han sido constituídos templos del Espíritu Santo, para lo cual previamente han sido visitados por el Hijo, Jesucristo nuestro Salvador en el momento de la conversión. Ahora bien, notemos que Jesús limpió el templo. Sacó los mercaderes en los atrios del templo (Jn 2:14). En los atrios (el cuerpo de carne) habían mercaderes, que figuran aquí espíritus, que se posesionaban y ejercían sus "comercios" (acciones con frutos para el mal) en los atrios, proyección de los miembros de nuestro cuerpo de carne. Los mercaderes no estaban en el lugar Santo ni en el Santísimo (alma y espíritu). Así, los espíritus de mal operan en los miembros corporales (los atrios), no en el alma y el espíritu (lugar Santo y Santísimo), esto al menos en el comienzo del proceso.
De los templos que después de limpiados no reconocen el Seńorío de Jesús, El afirmó que no quedaría piedra sobre piedra (Mt 24:2). Esto es, aquellos cristianos que después que el Seńor los ha limpiado no perseveran, sino vuelven a acoger mercaderes (espíritus de mal), corren el riesgo de llegar a una destrucción similar. Recuérdese que por comer indignamente la Cena del Seńor algunos duermen.
Los eventos sucedidos al cuerpo físico del Seńor Jesús, seguramente sucederán también con su cuerpo místico aún en proceso de edificación. El cuerpo del Seńor fue tratado prácticamente en todos sus miembros (Sal 22:14-17), tan fuerte fue el trato que quedó desfigurado al punto que no parecía hijo de hombre (Is 52:14), no había parte de El que no tuviera heridas, El era una sola llaga libertadora. Sin embargo notamos básicamente cinco heridas, aunque no hubo miembro que no fuera herido. Y para cada una de las cinco heridas de su cuerpo místico (cabeza, manos, pies, lomos, corazón), quedó un ministerio primario para tratarlo convenientemente.
Los lomos es la parte del cuerpo que queda en la espalda sobre los rińones, aquí van a residir espíritus que utilizan la sexualidad para llevar al hombre al mal provocando obras del tipo de las impurezas sexuales, ayuntamiento con animales y otras degeneraciones sexuales. En los lomos también operan los ancestros y los trastocamientos genéticos. Según el evangelio de Juan lo primero que Pilato hizo con el Seńor Jesús fue azotarlo (Jn 19:1). Esto podría indicar que el tratamiento del cuerpo comienza por los lomos, dada su importancia en la degeneración (pérdida del género -masculino o femenino-). Presumiblemente fueron 39 azotes los que golpearon los lomos del Seńor. Con cada azote recibido, el cuerpo místico (nosotros) estaba recibiendo liberación.
Note que hay "Pilatos" que reciben poder (autoridad) de Dios para "azotar" el cuerpo (Jn 19:10-11), abofetearlo, burlarse de él o ponerle corona de espinas, esto es, emisarios permitidos por Dios para el tratamiento de los hijos. A la manera como Caín mató a Abel. Sin embargo, el mismo tratamiento de los lomos del Seńor, lo debemos recibir en nuestros lomos, de la siguiente manera: el ministro del Espíritu "azota" en los lomos por medio de la ministración, durante la cual debe salir la sangre, con dos significados: como figura de la vida que debemos cambiar y para que con su eliminación también sean eliminados los ancestros a los cuales les sirve de vehículo. Note que por medio de la Santa Cena, al beber del vino, participamos de la Sangre de Cristo (1Co 10:16), que opera en nosotros entre otras cosas "limpiando" de ancestros negativos.
Por medio de la sana doctrina, Dios hiere con un dedo pero sana con el otro (Job 5:18), y especialmente para los lomos ha dejado un ministerio primario, el del maestro, que cińe los lomos con el cinturón de la verdad.
Después de azotar al Seńor, tejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza y le daban bofetadas (Jn.19:2). Este trato aparece después de azotar los lomos, lo cual podría indicar que los espíritus de pecado residiendo en los lomos contaminan la cabeza y el resto del cuerpo, por eso es importante tratarlos primero. En la cabeza notamos varias áreas:
La mente: Se puede corromper (1Ti 6:5), llenarse de pasiones bajas (Ef 2:3), y de carnalidad (Col 2:18), constituyéndose en enemiga de Dios (Rm 8:7), la mente que se deja vacía es "taller" del diablo. La mente debe ser renovada (Rm 12:12) y preparada (1a.P.1:13), puesta en las cosas de arriba (Col 3:2), pues Dios la escudrińa (Ap 2:23). Sin embargo, tenemos la mente de Cristo y hay que dejarla actuar (1Co 2:16).
Los ojos: Miembro "cortable". Se llenan de pasión (1Jn 2:16) y de adulterio (2Pe 2:14), no se sacian de ver (Ec 1:8). Deben ser sanados (Lc 11:34), y en caso que lleguen a poner en peligro todo el cuerpo, el ojo malo debe ser sacado (Mt 18:9), lógicamente, esto no es literal, aunque en algunos casos sí (Sansón). Aquí cortar lo podemos interpretar como: separar del cuerpo las acciones pecaminosas del miembro, lo cual es como que si el mismo estuviera cortado del cuerpo.
La boca: Puede ser vientre de la mentira y portar malas palabras (Ef 4;29), sus labios pueden ser inmundos (Is 6:5); es la ruina del necio (Prov 18:7). En la boca está la lengua, que puede ser fuente de contaminación de todo el cuerpo (Stgo 3:5-6). La lengua debe ser guardada del mal (Sal 34:13; 1Pe 3:10). En el Seńor Jesús la lengua tuvo dos tratos, mismos que debe tener la nuestra:
Fue refrenada (Hch 8:32), pues El se dejó conducir como cordero, mudo ante los que lo iban a trasquilar, El mismo se enmudeció, dominó su lengua. Note aquí la perfección del Cordero de Dios, pues el hombre que no cae con su lengua es perfecto (Stgo 3:2). Se pegó al paladar: (Sal 22:14), esto es inmovilizada por el trato, posiblemente producto de la deshidratación y la sed.
El Oído: El oído puede constituirse en la puerta de entrada de chismes, murmuraciones y falsas doctrinas. El intelecto y obediencia operan en función del oído (Job 12:11; Is.55:2). Note que la sangre del sacrificio se untaba al lóbulo de la oreja derecha del sacerdote (Lev.8:23-24), lo cual podría figurar la limpieza de los miembros por la sangre del cordero. El oído del Seńor fue tratado por el escarnecimiento y las burlas (Sal.22:8; Lc.23: 35-37,39). Digno de elogio es aquel que tapa su oído ante palabras o propuestas necias (Is.33:15).
La barba: La barba era símbolo de virilidad y dignidad masculina entre los judíos. Los hombres se saludaban tomando con la mano derecha la barba del amigo y besándola (II Sam.20:9). Afeitar la barba o cubrirla era seńal de humillación, pesar o luto (II Sam.10:4,5; Is.15:2). Raparle la barba a otro era deshonrarle (II Sam.2:4-14). La barba representa el orgullo y la dignidad, los cuales a veces son causa de caída, su trato es por medio de la humillación. Notemos que la barba del Seńor fue arrancada (Is.50:6).
El rostro: Es la cara del hombre, representa la presencia personal. Puede presentar la personalidad del hombre, por lo tanto puede asentarse en el rostro en gran manera la autoestima (Note que estimarse en un valor mayor que el que se tiene es perjudicial -Gal. 6:3-). El rostro del Seńor también tratado, recibió el esputo (secreciones enfermas) de sus escarnecedores (Is.50:6).
El tratamiento de la cabeza (como un todo) es por medio de la corona de espinas, que recuerda la maldición de la tierra a donde fue echado Adán después del pecado (Gn.3:17-19), que lleva a Adán a trabajar en tierra maldita, que le produce espinas y cardos (malezas), con sudor de su frente, hasta que vuelva al polvo. Para restauración de la cabeza el Seńor dejó el Ministerio Apostólico, que como yelmo de salvación protege y cubre de los malos pensamientos.
Las manos son miembros que pueden presentar los siguientes problemas: instrumentos de discordia (Gn.16:12); hacen dioses (Deut.4:28); sobornan (Sal.26:10); a la mujer necia le sirven para destruir su casa (Prov.14:1); se llenan de pereza (Prov.21:25). Sin embargo, pueden afirmarse o debilitarse (Heb.12:12), limpiarse con lejía (trato) (Job.9:30) e inocencia (Sal.26:6).
Los pies son miembros que pueden conducirnos al mal (Prov.1:16) y sernos ocasión de pecado (Mt.18:8). Sin embargo, pueden ser benditos y hermosos cuando pertenecen a un anunciador del evangelio (Rm.10:15). Los pies y las manos pueden "cortarse" no en sentido literal, aunque Dios puede tratar con nuestros miembros, en caso que sean continua causa de pecado y nos pongan en peligro de muerte.
En el cuerpo del Seńor vemos dos tratamientos en las manos y los pies (Sal.22:16): horadados, atravesados por clavos, manando la sangre. Indicación que hay "emisarios" encargados de perforar nuestras manos y pies haciendo que la sangre salga. En este caso la sangre figura el vehículo ancestral, las obras del hombre viejo y sus deseos corrompidos, los cuales deben salir de nuestros miembros y salen por medio de la ministración. Estaban sujetos a la cruz, inmóviles, esto es, para que la carne no se mueva (note que no se los cortaron, los inmovilizaron).
El corazón es un miembro muy especial pero puede ser engańoso. Notemos que entre otras cosas tiene intenciones (Gn.8:21); se puede endurecer (Ex.4:21); ensuciarse de maldad (Jer.4:14); estar incircunciso (Ez.44:7). El corazón del Seńor también llevó trato, pues se le derretía como cera en las entrańas (Sal.22:14). Recordemos que una lanza atravesó el corazón del Seńor y salió sangre y agua (Jn.19:34). Podemos decir entonces que lo último de la sangre que llevamos guardada en nuestros miembros, está en el corazón, de donde debe salir. Sin embargo notemos que cuando se llevó a cabo el trato, ya no dolió, porque el cuerpo ya estaba muerto.

Pastor. Ricardo Pantoja Cruz

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