domingo, 25 de febrero de 2007

EL CENTURION

EL CENTURION
Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di con la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo potestad, y tengo debajo de mi potestad soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. (Mat 8:8-9)
Una de las pocas ocasiones en las que vemos que una persona haya “maravillado” por sus respuestas a nuestro Señor Jesús fue en su encuentro con un centurión, un hombre que tenía en su casa un criado paralítico y con muchos dolores, recordemos que este hombre era un militar romano que seguramente desconocía muchas cosas acerca del reino de Dios, pero por la manera que le respondió a Jesús, éste hombre sería como los muchos que se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de cielos.
El Señor está comparando a este centurión con los hijos del reino, personas que estaban totalmente desvinculadas de Dios, extranjeros, no dignos, muchos menos de su propia nacionalidad, pero que al final estarán sentados a la par de los patriarcas, todo lo contrario será con los “elegidos” hijos del reino, que habiendo sido escogidos y llamados primeramente por sus actitudes serán echados a las tinieblas de afuera; Definitivamente el centurión tuvo algo “maravilloso” que hacer para ser ubicado y catalogado de esa forma.
Por lo tanto nosotros el día de hoy podemos obtener respuestas a nuestros problemas, dificultades o conflictos y recibir una correcta ubicación dentro el reino de Dios, esto lo logramos por medio de las actitudes que tengamos en nuestro caminar con el Señor. Veamos entonces como fue que éste centurión lo hizo.
Primeramente el centurión reconoció su verdadera situación, él no era digno de que Jesús entrara en su casa, esto fue muy importante para recibir la respuesta a su problema, a pesar de que era una persona de mucha influencia, de mucho poder y autoridad, reconoce que delante de él hay una autoridad mayor, reconoce que no está preparado. Recordemos que El Señor se acerca aquellos que llegan con una actitud humilde, pero al orgulloso y altivo lo ve de lejos.
Inmediatamente la actitud que vemos en éste hombre fue lo que manifestó al decir: “Yo también, cuando doy órdenes…”; este centurión sabía perfectamente lo que era obedecer, y logró ver en Jesús a una persona de mayor autoridad al cual se le debía la máxima obediencia. Este centurión pudo ver en la persona de Jesús al Señor de los Señores.
Es decir que este hombre únicamente estaba esperando ordenes del Señor para obedecer, muchas personas el día de hoy siguen cuestionando las ordenes de nuestro Señor, incluso muchos hombres y mujeres se toman el tiempo para orar para saber si obedecen o no, en el reino de los cielos las ordenes ya están establecidas, por lo tanto las ordenes del cielo deben de cumplirse sin discutirse.
Algunas cosas en nuestra vida necesitan de ser analizadas o para proceder de una manera correcta es necesario pedir algún tipo de consejo, pero los mandamientos y los decretos de nuestro Dios no son cuestionables ni discutibles, ni mucho menos optativos, la Palabra de Dios tiene que obedecerse, recordemos lo que le profeta Samuel dijo al rey Saúl: Y Samuel dijo: ¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros. (1Sa 15:22)
Sometámonos completamente a la autoridad de nuestro Señor, que sea suficiente que Él de una sola palabra para que se cumpla su voluntad, y le aseguro que tendremos respuestas favorables a todos nuestros problemas y conflictos.

Pastor. Ricardo Pantoja Cruz

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