lunes, 19 de febrero de 2007

CIELOS ABIERTOS

CIELOS ABIERTOS
Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. (Eze 1.1)
Muchas de las personas actualmente se acostumbran a medir el éxito que tienen de acuerdo a los bienes que poseen aquí en la tierra, sin embargo el Espitiru Santo me ha estado hablando mucho acerca de esto, y me ha estado mostrando que debemos poner nuestra mirada más en las cosas que tendremos arriba, en los cielos, y el lugar en donde estaremos ubicados eternamente, por lo que debemos de tener un equilibrio entre las cosas que tenemos que lograr en la tierra, y en las cosas de nuestra vida espiritual.
Hagámonos una simple pregunta, ¿cuanto tiempo del día le dedicamos a Dios? y ¿cuanto tiempo le dedicamos a nuestro trabajo o a la tarea secular que hacemos? hay algunas personas que hasta les molesta ir mucho tiempo a la iglesia, sin embargo esa es la escuela que estamos obteniendo para vivir en la vida eterna junto con Jesús y ubicarnos en lo eterno. Por ejemplo ¿leímos el día de ayer la palabra de Dios, para saber que ubicación tendremos en la vida eterna? Realmente que tiempo estamos invirtiendo en Dios para nuestra vida eterna, ya que en la tierra no vamos a vivir por siempre, nuestro paso por la tierra es temporal y debemos de evaluar el día de hoy que tanta atención le estamos poniendo a las cosas eternas.
Algunas personas asistimos a la Iglesia sin embargo no estamos haciendo lo que Dios quiere que hagamos.
Vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová. (Eze 1:3)
Ezequiel estuvo muchos años cautivo en Babilonia, sin embargo Dios le había dado la misión de ser un profeta de Dios pero Babilonia lo tenía retenido, debido a esto Ezequiel solamente ejercía en lo sacerdotal, en aquel momento había mucha diferencia entre ser un profeta y un sacerdote. Ezequiel se convirtió en un sacerdote cautivo en un pueblo cautivo, Babilonia era la máxima potencia en ese momento, eran un pueblo prospero, por eso los judíos estaban cautivos y no podían hacer lo que Dios quería que hicieran, aunque eran prósperos, no estaban haciendo lo que Dios deseaba para ellos.
No solo es necesario ser prospero para agradar a Dios, debemos de cumplir con los principios de la Palabra de Dios.
Imaginémonos la escena de Ezequiel cautivo, ministrando a un pueblo cautivo, algo impresionante, sin embargo Ezequiel tenía un llamamiento, ¿como es posible que de un siervo de Dios dependa todo un pueblo? Es posible que por nosotros esté detenido todo un pueblo, por que cuando Ezequiel logro salir de su cautividad, Israel también lo logró.
El llamamiento de Ezequiel era llegar a ser profeta para los hijos perdidos de Israel, por eso nosotros tenemos que invertir tiempo en lo espiritual para saber que es lo que tenemos que hacer y cual es nuestra ubicación, nosotros también tenemos un llamamiento. Cuando Ezequiel menos se lo imagino se le abrieron los cielos, y tuvo visiones, Dios no lo prosperó primero en la tierra, si no que primero lo prospero en el cielo y repentinamente su vida cambio.
Dios interpreta como prosperidad para alguien que tenga para sí los cielos abiertos, entonces preguntémonos como están hoy los cielos sobre nosotros. Si sobre nosotros tenemos los cielos abiertos vamos a tener todo lo que queramos en la tierra. Si definimos la palabra cielos la podemos hacer de la siguiente forma: una dimensión espiritual que retiene o deja pasar lo que tiene preparado para ti el Señor.
Parafraseando recuerdo este verso: ¨ Y los cielos todavía lo retienen hasta que no se cumpla el tiempo de su venida ¨, el cielo es utilizado por Dios para retener o para soltar toda clase de bendiciones que existe para nosotros, si el cielo no se me abre no puede existir ninguna clase de bendición para nosotros, por eso dice el Señor pruébame tráeme tus diezmos y tus ofrendas y veras como te abro las exclusas de los cielos.
Si el Señor dice que el cielo tiene compuertas, y logramos que se nos abran, hagamos lo que hagamos en la tierra, el nos bendecirá, dice la palabra del Señor: “Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El da a su amado aun mientras duerme.” (Sal 127:2), claro, si tiene los cielos abiertos.
Necesitamos salir de Babilonia, y dejar de tener un sacerdote cautivo, notemos que cuando Ezequiel tenía los cielos cerrados solamente sabia que era un sacerdote, fue hasta que se le abrieron los cielos que el supo que era un profeta. Entonces, si logramos que los cielos se nos abran trayendo nuestros diezmos y nuestras ofrendas, nos podrán dar la ubicación de la dimensión de los cielos que tenemos.
No necesitamos tener obligatoriamente contactos, un apellido, o recursos especiales, lo que necesitamos es que Dios nos abra sus cielos, recordémonos cuando Jesús salió del Jordán al ser bautizado, se le abrieron los cielos, y desde ese momento nunca le hizo falta nada a Jesús, antes de que se le abrieran los cielos era un carpintero y no se sabía nada de él, fue hasta que se le abrieron los cielos que se testificó quien era en realidad. Posiblemente nosotros nos encontramos en la misma situación, somos simples “carpinteros” y nadie sabe nada de nosotros, pero les tengo la excelente noticia que el día de hoy puedes tomar la llave y abrir los cielos.
Alguien que tiene los cielos cerrados, le pasa lo siguiente: hace todo lo humanamente posible, utiliza toda su inteligencia, y nada le sale bien, lo que necesita es que Dios le de su Amén, para que se le abran los cielos y sea El Señor quien le de su prosperidad. Por que cuando los cielos no se nos han abierto, ni siquiera ideas tenemos para hacer las cosas.
Entre Dios y nosotros hay una dimensión que se llama cielo, Dios puede enviar su bendición a nosotros, pero el cielo retiene esa bendición, no necesitamos orar por horas, ni ayunar toda la vida, para este caso, simplemente debemos diezmar y ofrendar para que el cielo deje de retener nuestra bendición.
Ezequiel era pastor de los huesos secos, eran un montón de esqueletos sin vida, lo que faltaba era que Dios les pusiera tendones, músculos y piel a esos huesos, esos huesos secos eran Israel, y Dios le pide a Ezequiel que abriera sus cielos para que se volviera Profeta y le diera la orden a esos huesos secos para que se cubrieran con carne.
Nosotros podemos optar a un nivel más alto, no por que nuestro trabajo sea denigrante, no, si no por que Dios ya nos ha bendecido, y las llaves que necesitamos para abrir el cielo, es el diezmo y la ofrenda. Dios no es el que abre las puertas de los cielos solamente, somos nosotros lo que tenemos la facultad de abrir las puertas con nuestro diezmo y nuestra ofrenda.
No podemos utilizar como excusa que cuando tengamos el dinero suficiente vamos a diezmar, el diezmo no es una gran cantidad, no importa la cantidad de tu diezmo, el diezmo es una actitud. Tenemos que poner en práctica esta palabra y lograr que los cielos abran las exclusas y se derramen muchas bendiciones para nosotros.

Pastor. Ricardo Pantoja Cruz

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