martes, 20 de febrero de 2007

LOS DILUVIOS FAMILIARES

LOS DILUVIOS FAMILIARES

Los diluvios sirven para llegar a una nueva tierra, con toda la familia. Son 40 días de lluvia y 60 de olas, pero la bendición no se hace esperar luego del trato. En el caso de Noé, el diluvio le evidenció la operación de dos seres que llevaba en el arca acompańando su familia: el cuervo, animal impuro, figura de espíritus inmundos, en la familia necesitaban liberación; y, la paloma, figura del Espíritu Santo.

Noé (el papá) sacó primero el cuervo y éste no regresó, se quedó sobre la carrońa, tipo del demonio. Ahora aparece como evolucionado, en el Edén reptaba, en el diluvió voló. Se posó sobre cadáveres de afuera, proyección de muertos espirituales. En el arca, en nuestra familia “no caben los cuervos”, deben ser sacados. La paloma se posó sobre el olivo (nosotros), los vivos espirituales.

Los zarandeos familiares son para bien, para limpieza de la familia, son purificación, duelen, pero cuando es superado el trato vienen las bendiciones. La tierra donde Noé se subió al arca, no es la misma donde se bajó. Se subió en tierra de Adán, se bajó en la tierra donde Jesús puso su Palabra: nosotros. Cuando le presentaron a la adúltera, Jesús escribió en el suelo: puso su Palabra en la misma tierra que Jehová maldijo. Nuestra tierra, primero adámica, con la naturaleza del viejo hombre, allí se subió Noé. Se bajó para una nueva existencia, como criatura nueva, en la nueva tierra donde Jesús puso su Palabra, tierra purificada pues antes de resucitar definitivamente, El se metió en ella 3 días. Pero de todas maneras no es nuestra tierra final. Tres tiempos estuvo el Cuerpo de Cristo en la tierra, en el tercero salió de ella.

Tres veces salió “la paloma” del arca: primero no encontró donde posarse. La segunda vez regresó con una rama de olivo. Representa la unción para victorear en la nueva tierra. Trajo el olivo al arca, esto es, preparó a la familia primero con la unción del Espíritu Santo, para vivir en la nueva tierra. Dios nos ha prometido darnos todo lo que hoyen nuestros pies y prosperar todo lo que toquen nuestras manos. Debemos entonces pedirle al Espíritu Santo que nos traiga una rama de olivo.

Noé pactó con Dios y él y su familia recibieron grandes bendiciones. Pero, Noé se puso a cultivar la tierra, proyección de la dedicación afanosa a actividades terrenas y preocupaciones de la vida. Salido del arca, con olivo, todo le había sido dado por Dios como sustento. No había razón para trabajar una vińa. Así, Noé con el fruto de su vińa se emborrachó. Aquellos cuyo trabajo los aparta de la congregación, los cultos, la Palabra, la oración, los caminos de Dios, están como Noé: borrachos, en su vińa.

Debemos tener cuidado pues la naturaleza nueva no le impidió a Noé tomar un trabajo equivocado. Por culpa de la vińa él se emborrachó, perdió el sentido, se desnudó (se quitó la sin cobertura), le vieron sus “vergüenzas” y su hijo menor lo deshonró, era un hijo de rebeldía. Debemos pensar entonces, żEn qué trabajo estamos?, pues no nos debemos equivocar, es muy mala decisión abandonar las responsabilidades familiares (especialmente el dar amor) por el trabajo, mucho menos si nos lleva a abandonar a Dios. Si no, corremos el riesgo que nos vean “borrachos”, perdiendo el sentido y desnudos, con nuestras vergüenzas expuestas.

Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo, Isaac. Si Abraham no lo ata en el altar, no se hubiera podido usar su nombre en la identificación de Dios dada a Moisés. Al monte llegó el ángel, Jehová Yireh y el cordero. Debemos tener altar para atar allí a nuestros “Isaac”. Notemos que a Isaac suelto Jehová lo quería sacrificado y quemado, mejor muerto. Pero atado en el altar (devoción a Dios), Jehová lo quería vivo, como medio por el cual daría a Abraham la gran promesa. Entonces dijo no lo mates: Yo proveeré.

Si tenemos zarandeo familiar ahora, oremos y confiemos, Dios es bueno y todo viene para bien. Pero hay que sacar al cuervo y pedir al Espíritu Santo que nos traiga el olivo a la familia. Y a nuestros hijos sueltos, los debemos subir atados al altar. Allí Jehová los bendecirá y prolongará su vida.

Pastor. Ricardo Pantoja Cruz

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