martes, 20 de febrero de 2007

EL HUERTO CERRADO

EL HUERTO CERRADO

La esposa del Libro de Cantares, es figura de la Iglesia de Cristo y también de cada cristiano en particular. Se le compara con un huerto cerrado y fuente sellada (Cant.4:12). No que ella tenga un huerto, ella es un huerto privado, un jardín privado. Propiedad declarada del Amado (Cant.5:1), el cual nos compró al precio de su Sangre (Hech.20:28). Nuestro cuerpo y nuestro espíritu pertenecen a Dios y en ellos debemos darle gloria (1 Cor. 6:20).

Tenemos referencia de otro huerto, el Edén, que fue cerrado por pecado, era un huerto abierto, por eso entró la serpiente. Esto nos advierte que las puertas de ingreso al huerto que somos, deben estar cerradas, por ejemplo, ojos, oídos, mente y otros receptores, deben estar cerrados al mal. Significa consagración a Jehová, única forma de mantenerse en santidad y pureza, sin dejar entrar a nuestro interior nada extrańo que contamine. La virginidad literal figura la espiritual, representa un huerto cerrado, un cristiano apartado para Dios, una iglesia consagrada. El huerto de Adán estaba abierto, por eso se metió la serpiente. Pero cuando está cerrado tiene árboles de incienso (Cant.4:14).

Pero también compara a la esposa, con una fuente sellada (Cant.4:12), limpia, donde nadie ensucia sus aguas, ni de ella se fugan para otro lado. Al respecto, las vasijas que se dejaban abiertas eran inmundas, igual que las que no tenían su tapa bien ajustada y en su lugar, éstas tenían que ser sacadas de la casa (Núm. 19:15). Así, si somos vasijas mal cerradas, podemos ser corrompidos. Las moscas muertas daban mal olor al ungüento del perfumista (Ecl.10:1).

El único que entra al huerto cerrado es el Amado, sólo a Él se abre y entra. Y es que Él ha vencido y es el único digno de abrir los siete sellos (Ap.5:5). El huerto cerrado facilita el trabajo del Espíritu Santo. Pero cerrado, consagrado no quiere decir enmarcado en la rigidez de la ley.

En el caso de Adán, por tratar mal a su esposa (hasta la acusó), su protección que le rodeaba (Jer.31:22), se le entró la serpiente. Sobre la tierra del huerto (Luc.22:44), cayó la Sangre de Jesús, quitó maldición, no así sobre la serpiente que sigue siendo maldita. El Ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, los rodea, los hace huerto cerrado. Vasija mal tapada es inmunda, debe estar bien tapada porque por dentro lleva un tesoro (2 Cor.4:7).

El huerto cerrado, los que apartan su vida para Dios, tiene renuevos como paraíso de granadas. Son los que tienen en su vida los mejores y más diversos frutos agradables a Dios (Cant.4:13,14). Incluyendo árboles aromáticos y de incienso, figura de la adoración para Dios e indicación que sus consagrados tenemos aromas de Cristo (2 Cor.2:15). Virtudes que en los huertos abiertos, donde entran moscas, se echan a perder (Belcebú significa seńor de las moscas).

Por ser huerto cerrado el Amado le llama “fuente de huertos y pozo de aguas vivas” (Cant.4:15). Indicación que la fuente no venía del propio huerto, sino de Líbano. En el Edén las aguas venían de dentro del mismo huerto, fuente propia, huerto abierto que se perdió. La fuente del huerto cerrado, estaba en el Líbano figura de Cristo, que subió al cielo y envió su torrente, el Espíritu Santo.

Los consagrados a Dios como huertos cerrados, moran seguros, no temen a las circunstancias de fuera, sean estas como el Aquilón, viento Norte, frío, duro, pesado, indicador de problemas. O como el Austro, viento del sur, tibio, suave, indicador de tiempos de bonanza (Cant.4:16). Así, sean vientos de escasez o abundancia, ella sabe que en su huerto hay provisión y soporte, oración, aguas, alimento, árboles y frutas, que harán que su Amado llegue. Aún el fuerte Aquilón le ayuda a exhalar su aroma (oración). La clave es mantener el huerto cerrado.

Por el contrario, al huerto abierto se mete la serpiente y se éste se pierde, como Adán, acusa a otros, se quiere justificar, se esconde, se cubre con hojas. En cambio, el huerto cerrado, tiene abundantes bendiciones y aunque haya problemas, persevera, ora y adora. Después llama al Amado para que pruebe sus frutas, porque aún después de la tribulación su fruto permanece (Jn.15:16).

Pastor. Ricardo Pantoja Cruz

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